Semana Santa 2009
Durante años, he tenido la oportunidad de escribir sobre la Semana Santa de Badajoz en diversas publicaciones tanto editadas o promovidas por el Ayuntamiento de Badajoz como por las distintas cofradías, hermandades y asociaciones que dedican su tiempo, su esfuerzo, su entusiasmo y buena parte de sus recursos a engrandecer una actividad que, siendo religiosa, tiene importantes repercusiones en lo cultural, artístico, místico, incluso, y, sobre todo, sociológico. En muchos de esos escritos he hablado de los aromas, de los colores, de los sonidos, creo yo que
incluso de los sabores de la Semana Santa de Badajoz. Es decir, de todos aquellos matices que despiertan y potencian nuestros sentidos. Y es que la Semana Santa, más que una fiesta religiosa que exige devoción y recogimiento y que expresa explícitamente planteamientos que tienen que afectan al alma, forma parte de
una tradición que se vive en comunidad.
La Semana Santa de Badajoz llega con la primavera y eso significa que la recibimos como fuego purificador, como vía de escape de ese invierno oscuro y recogido que vivimos para echarnos en brazos de una experiencia social y religiosa que alimenta los sentidos y ennoblece nuestras expresiones. Es la Semana Santa una fiesta religiosa y como tal se vive y se comparte. Pero, también, es una tradición que nos reúne, que no echa a la calle, que nos permite experimentar sensaciones distintas mientras admiramos los pasos, las tallas y arte y escuchamos, boquiabiertos, la saeta, la música y el silencio de costaleros, nazarenos y penitentes tomando las calles de Badajoz para engrandecer una fiesta, una tradición y un sentimiento.
La Semana Santa de Badajoz congrega a tanta gente, propios y foráneos, que eludir o minusvalorar su importancia en el calendario festivo y de grandes eventos ciudadanos es una tarea como poco infructuosa porque las tradiciones precisamente
tienen eso: generosidad del pueblo para que se mantengan. Salir por las calles de Badajoz en Semana Santa es descubrir un mundo propio, es encontrarse con el tiempo renovado y el clarear de una nueva estación que se abre paso entre el incienso que acompaña a la devoción y la música solemne que nos anuncia
hechos extraordinarios que aún vividos hace dos mil años se experimentan con increíble pasión dos mil años después.
Uno puede creer o no creer pero lo que queda claro es que la Semana Santa de Badajoz es una actividad mayoritariamente refrendada por el pueblo que nos aporta sensaciones y experiencias como ninguna otra fiesta o actividad de cuantas se celebran en nuestra ciudad.