Semana Santa 2011
La Semana Santa de Badajoz enamora e ilusiona a los badajocenses y visitantes que cada año invaden nuestras calles llenándolas de melancolía y pasión. Contamos los días para volver a recrearnos con las tallas, pasos, los nazarenos, los costaleros, las cofradías, el sentir de un pueblo que se une para recrear, con devoción y respeto un momento histórico tanto para creyentes como incrédulos.
Nos preparamos aún mejor que como nos preparamos para cualquiera de otras celebraciones que ocupan nuestras vidas durante el año. Vestimos nuestras mejores galas, disponemos nuestros mejores sentimientos y, por supuesto, nos colgamos una cámara para congelar momentos, instantes, emociones que tan sólo nuestas retinas podrán recordar durante años.
Mantendremos intactos esos recuerdos, porque miramos una y otra vez esa imagen y recordaremos aquella tarde de Domingo de Ramos esperando el paso de la Borriquita, el Lunes de la oración en el Huerto, el Martes y el Cristo de la Esperanza o la procesión que procede de la Estación, el Prendimiento, el Silencio de Cristo de la Paz, o la Virgen de la Soledad, un Jueves Santo especial, previo al Santo Entierro. Cada una de esas imágenes, de esas tallas, de esos pasos, son más que una mirada, que un gesto. Un instante en el que el tiempo se paraliza, el bullicio se calma, la lluvia no moja, las luces se difuminan con el manto que envuelve a la Semana Santa.
Miraremos las fotografías de los penitentes recorriendo las calles de Badajoz, llevando en sus almas una carga mayor que la de sus cruces. Sus ojos recorren las calles, de izquierda a derecha, mirando sin ver, a un gentío que siente en sus carnes el escalofrío inquietante de la fe. Cofrades, nazarenos, costaleros y fieles, crean matices y texturas que sólo las imágenes son capaces de describir y recrear. Sus ojos dejan al descubierto el dolos, el orgullo y la pasión de la Semana Santa de Badajoz.
Suspiramos el DOmingo de Resurrección, aliviados por el fin de un sufrimiento que cada año recorre nuestros sentidos. Acarician nuestra cara con el sonido de las majestuosas saetas que nos trasladan a un momento de satisfacción y sentimiento.
Esto es nuestra Semana Santa: invadir las calles para hacernos cómplices de una tradición perenne en la historia, que convive y pervive en nuestra sociedad y, por supuesto, en nuestra memoria. Una fecha señalada en el calendario, llena de dedicación y trabajo por cofradías y hermandades, qu forman parte de esta experiencia fascinante y memorable de nuestra vida.
Miguel A. Celdrán Matute
Alcalde de Badajoz